martes, 21 de febrero de 2012

Elegía de amistad. Frío.


La primavera se asoma tímida por un resquicio, entre los árboles y la hierba que brota de nuevo, entre las fuentes heladas de mármol. Hace más frío que aquella vez, pero una promesa es una promesa, y debo cumplirla. Aunque preferiría no hacerlo, no dirigir mis pasos a ese jardín, no sentarme en este banco de hierro escuchando la fuente (de mi nostalgia), no recordar nuestra conversación, pero lo he hecho. 

Aquí estoy.
Me siento en aquel banco donde una vez tú y yo hablamos durante largas horas, aquí, en el alcázar, un 21 de febrero de hace algunos años, después de que correteara crías de pato por los jardines, hasta quedar sin aliento. Después de perdernos en el laberinto de setos por tercera vez aquel año. Después de hacerle una foto a una pareja joven de turistas franceses. 


Ahora mismo un ejemplar joven de pavo real pasa por delante de mis narices, como también pasó aquella vez.


Ahora me siento sola en este banco, y miro al sitio donde deberías estar tú.

Metafóricamente, ahora hay sentadas conmigo muchas y muy gratas personas, algunas están ahora mismo en Córdoba, otras en Sevilla, otras en Granada y otras en Madrid, somos tantos que no cabemos. 
Pero tú no estás, y no te vas a sentar aquí nunca más. Este banco está reservado para otra gente. Lo siento.

Tal y como me he prometido, saco de la mochila un termo de té (ese té que compré en París un día que no estabas) y brindo por la amistad. Me pregunto cuántas personas por las que hoy brindo seguirán metafóricamente sentadas conmigo el año que viene. Yo sola, en mi banco, sonrío y le dedico esta alegre elegía a un amigo, que fue muy querido, y sin embargo decidió inmolarse de mi vida.


lunes, 13 de febrero de 2012

Maldito día



Hoy ha sido un día horrible. ¡Maldita forma de empezar la semana!

Salí de casa a las 09:55h según mi reloj, corriendo, claro está, porque iba bastante tarde a clase. Cual es mi sorpresa cuando llego a la parada del bus: el autobús de la línea 21 va a tardar 11 minutos en venir. ¡Once minutos, uno detrás de otro!
Pude haber esperado, al fin y al cabo, el profesor dijo la semana pasada que hoy iba a empezar la clase un cuarto de hora más tarde, para no hacer pausa en medio de las dos horas seguidas que tenemos con él. Pero no esperé, ¡qué va! Se me ocurrió la brillantísima idea de ir andando a clase; -total, no se tarda tanto- pensé. En esas estaba cuando... ¡Tachán! ¡Un puesto de SeVici! ¡Con una Bicicleta disponible!
No podía perder esa oportunidad, y la saqué de su borleta, rauda y veloz:
¡CRASO ERROR!
La bicicleta era magnífica, eso no puede negarse, de las mejores que he usado en mucho tiempo: Las marchas no le saltaban sin previo aviso, el sillín estaba de una pieza, los pedales se movían con suavidad, el timbre funcionaba, el manillar no estaba desviado... Pero aun así, ojalá no la hubiera sacado nunca de su estación. Porque cuando llegué (en tiempo récord) a mi destino, dejarla fue un suplicio.
La estación del Prado de San Sebastián: llena
La estación del Lope de Vega: llena
La estación del Cristina: llena
La estación de los Jardines de Murillo: llena
Las dos estaciones de Alfonso XII: llenas ambas.

-¡A tomar viento fresco y siberiano!- Me dije, tres cuartos de hora después. Regresé sobre mis pedaleadas y deposité la bicicleta en el mismo sitio donde la saqué, en Luis Montoto. Se acabó, me voy a casa a terminar ese infernal trabajo que tengo que entregar el miércoles.
En la acera de enfrente, me llamó la atención una frutería que estaba abriendo. Le compré al dependiente medio kilo de fresas y me acabo de preparar el desayuno: un smoothie de naranja y fresa, para empezar bien el día por segunda vez.
Sano y rico. 100% natural. Sin colorantes ni conservantes.


Sí, esta jarra ha sido robada vilmente de los 100 montaditos. ¿Y qué? Soy una rebelde.


¡Bonus extra, receta de 2 minutos!

Smoothie de naranja y fresas
Preparación: Exprimimos tres-cuatro naranjas, enjuagamos y troceamos cuatro-cinco fresas y lo batimos todo. Lo ponemos en el vaso más grande que tengamos y añadimos un chorrito de leche hasta llenarlo por completo. Si no tienes un vaso o jarra lo suficientemente grande no pasa nada, te lo puedes beber directamente en el vaso de la batidora. 

domingo, 5 de febrero de 2012

Mini-pizzas


Tras estas infernales semanas de exámenes, vuelvo a ser “casi” libre, que aún me queda la entrega de trabajos.
Pues nada, que estaba el otro día fumando una shisha de limón, celebrando a mi manera el final de los exámenes (Bebiendo cerveza y un paquete de patatas de receta campesinas, viendo vídeos de youtube y chateando con la gente con la que había perdido el contacto en estas semanas malditas) cuando miré el reloj y ví que eran ya las 23:00, entonces me acordé de los lectores de este blog.
“¿Y por qué iba Elouan a acordarse de nosotros? ¿Por qué iba Elouan a acordarse de mí?”
Básicamente, porque recurrí a una de mis recetas de supervivencia favoritas: la cutre-pizza. Para hacerla necesitamos:
-Pan.
-Tomate
-Lo que le vayas a echar a la pizza (queso, maíz, jamón cocido, más queso, lonchas de pavo braseado, pollo asado, salsa barbacoa, todavía más queso…)

Tomamos el pan (Si es de molde mejor, pero no hace falta, nos vale cualquiera) lo cortamos como si fuéramos a hacer un bocadillo, y lo untamos de tomate. Añadimos los ingredientes, le damos un toque de orégano y lo ponemos en el horno.

Cuando esté tostado, lo retiramos del horno y nos lo comemos. Fácil, rápido y para toda la familia. 

Bonus Extra: ¡IDEAS!
1- Corta una rebanada de pan de molde en cuatro, aplástalo con un rodillo y sigue el procedimiento. Así tendremos cuatro deliciosas pizzas para un bento italiano.
2-Invita a unos amigos a comer-cenar a tu piso. Pon los ingredientes en cuencos (si los tienes todos en el fregadero a la eterna espera de ser lavados, te valen platos o vasos limpios de plástico) y el pan en una bandeja, y que cada uno se prepare la mini-pizza que quiera: con la cantidad a su gusto de cada ingrediente.

Espero que disfrutéis leyendo esto tanto como yo disfruté el otro día de mi cutre-pizza. ¡Hasta pronto!

PD: Por culpa de los exámenes no puedo dedicarle tanto tiempo como me gustaría al blog, pero pronto volveré, con más recetas que colgar, más proyectos y más historias.