sábado, 12 de noviembre de 2011

Pasión por la lectura

 “Las pasiones humanas son un misterio, y a los niños les pasa lo mismo que a los mayores. Los que se dejan llevar por ellas no pueden explicárselas, y los que no las han vivido no pueden comprenderlas. Hay hombres que se juegan la vida para subir una montaña. Nadie, ni siquiera ellos, pueden explicar realmente por qué. Otros se arruinan para conquistar el corazón de una persona que no quiere saber nada de ellos. Otros se destruyen a sí mismos por no saber resistir los placeres de la mesa... o de la botella. Algunos pierden cuanto tienen por ganar un juego de azar, o lo sacrifican todo a una idea fija que jamás podrá realizarse. Unos cuantos creen que sólo serán felices en algún lugar distinto, y recorren el mundo durante toda su vida. Y unos pocos no descansan hasta que consiguen ser poderosos. En resumen hay tantas pasiones distintas como hombres distintos hay.


La pasión de Bastián Baltasar Bux eran los libros.


Quien no haya pasado nunca tardes enteras delante de un libro, con las orejas ardiéndole y el pelo caído por la cara , leyendo y leyendo, olvidado del mundo y sin darse cuenta de que tenía hambre o se estaba quedando helado...

Quien nunca haya leído en secreto a la luz de una linterna, bajo la manta, porque Papá o Mamá o alguna otra persona solícita le ha apagado la luz con el argumento bien intencionado de que tiene que dormir, porque mañana hay que levantarse tempranito...

Quien nunca haya llorado abierta o disimuladamente lágrimas amargas, porque una historia maravillosa acababa y había que decir adiós a personajes con los que había corrido tantas aventuras, a los que quería y admiraba, por los que había temido y rezado, y sin cuya compañía la vida le parecería vacía y sin sentido...

Quien no conozca todo eso por propia experiencia, no podrá comprender probablemente lo que Bastián hizo entonces.”

Fragmento de La historia interminable de Michael Ende (1979)


Desde antes incluso de aprender a escribir, ya estaba soñando con poder leer. Continuamente le preguntaba a mis padres, abuelos, tíos o primos mayores lo mismo: "¿Qué pone ahí?" o "¿Me lees esto?" Da igual que fuera un libro de cuentos o el prospecto de un medicamento, yo se lo pedía igual.
Luego crecí, y me regalaron mi primer libro, lo recuerdo perfectamente. Tenía 7 años y entre las páginas había cartas dentro del sobre y todo, que uno de los protagonistas le enviaba a sus amigos.

Luego crecí, y los libros crecieron conmigo. Yo no quería que me regalaran ropa o zapatos, yo quería libros y té, cosa que irritaba mucho a una de mi abuelas. Leía y leía...

¿Cuándo lo he dejado? No sabría decirlo. ¿Cuando entré en la facultad o antes? No recuerdo. Si bien es cierto que leer por obligación mata la pasión, por muy buena que ésta sea. Los plazos de lectura se me atragantaban y los que antaño fueron amigos ahora son herramientas. 

...De vez en cuando me rebelo. Dejo a un lado el montón de lecturas pendiente (que actualmente son dos libros y cuatro artículos) y compro, saco de la biblioteca o pido prestado algo para leer por placer ¡y qué placer! Con una taza de té en la mano y un libro en el regazo, las penas son menos penas.








3 comentarios:

  1. Uys, me han entrado ganas de leer, voy a apagar este cacharro ahora mismito!!

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  2. Que no pierdas nunca esa linda pasión!Se ve en las cosas que escribes y describes que eres una persona muy especial.

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  3. Grande!!! Medita+Té+Cachimba+Libro... Es un buen plan para hacerlo en la soledad o en la compañía!!

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